Sistemas de Trading y Money Management

Publicado por Rama viernes, 18 de septiembre de 2009

CONCEPTO
 

La mayoría de los cursos y manuales de Análisis Técnico suelen presentar ordenada y sistemáticamente todo un conjunto de herramientas de análisis gráfico y estadístico que sirven de ayuda al inversor para realizar sus tomas de decisiones. Ahora bien, racionalmente es imposible utilizar todos los conceptos que se exponen para analizar todos los mercados y valores a los que el inversor puede optar, aún contando con el apoyo de ordenadores y programas que realicen los cálculos. Incluso poseyendo los medios y herramientas más sofisticados, el factor tiempo impediría realizar de forma completa un proceso de selección analizando de forma completa cada valor y cada mercado. No obstante, lo que sí es posible es establecer una metodología de selección de valores que pueda proporcionar de una forma efectiva, a tiempo y de acuerdo con las necesidades personales de cada inversor, una serie de señales para identificar alertas o posibles peraciones en distintos valores.

Esta metodología de selección de valores debe complementarse con las técnicas de control del riesgo operativo o money management (gestión del dinero) para que nuestra intervención en los mercados financieros sea lo más fructífera posible.

De forma genérica, podemos decir que un sistema de trading es un conjunto de reglas que sirven para generar señales de compra y venta de forma automática. El principal objetivo de los sistemas de trading es permitir fijar una disciplina al inversor que utiliza las herramientas del análisis técnico.

Con los sistemas de trading se trata de, a través de las señales automáticas que ofrecen, evitar uno de los factores que más dinero acaban costando al inversor: el factor emocional. Debido a factores emocionales tales como el miedo (en los mercados bajistas) y la avaricia (en los mercados alcistas) suelen ser frecuentes en los inversores comportamientos tales como liquidar posiciones antes de tiempo en valores que están subiendo basándose en rumores de supuestos expertos, entrar en valores que ya prácticamente han concluido su escalada por noticias de prensa que les auguran unas alzas aún mayores, promediar las posiciones con pérdidas, tener valores favoritos, etc.

Con los sistemas de trading se trata de realizar una aproximación razonada, metodológica y constante a la toma de decisiones de inversión, proporcionada por un conjunto de reglas que previamente habremos fijado basándonos en unos criterios suficientemente contrastados (que, seguramente, serán diferentes para cada inversor).

Una vez hayamos establecido una operatoria o forma de intervenir en el mercado con un sistema absolutamente mecánico y disciplinado, el siguiente paso será utilizar un sistema de control del riesgo operativo o gestión del dinero. El money management o gestión del dinero es, junto a un buen sistema de inversión, el segundo ingrediente esencial para tener éxito en los mercados financieros.


CLASIFICACIÓN DE LOS SISTEMAS DE TRADING
 
Las clasificaciones que se suelen realizar de los sistemas de trading son, en la mayoría de los casos, arbitrarias. Podemos establecer tres categorías:

a) Sistemas de trading seguidores de tendencia: Son sistemas que tratan de identificar un movimiento determinado de los precios para tomar una posición en la misma dirección que ellos, bajo la hipótesis de que la tendencia va a continuar.

b) Sistemas de trading contra la tendencia: En este caso, se trata de detectar el movimiento actual de los precios para tomar una posición contraria al mismo, bajo la hipótesis de que el mercado, tras dicho movimiento, va a experimentar una corrección de la tendencia dominante.

c) Sistemas de trading de reconocimiento de patrones: Se trata de reconocer patrones de comportamiento a través de, por ejemplo, las figuras chartistas o las figuras de candlesticks. En un sentido estricto, pues, estos sistemas de inversión incluirían a los dos anteriores, ya que los patrones de precios no son sino señales bien para el cambio de tendencia o bien para el establecimiento de la misma.

Hay que partir de la base de que ningún sistema de trading es infalible, como tampoco lo es el Análisis Técnico en cualquiera de sus vertientes. Ahora bien, lo que sí se suele conseguir con los sistemas de trading basados en el análisis técnico es reducir el estrés del inversor y proporcionar una aproximación razonada y metodológica a las decisiones de inversión que éste toma, con la ventaja de que, además, a medio y largo plazo suelen funcionar (ponen a nuestro favor mayores probabilidades de acierto en las decisiones de inversión) lo cual se traduce a la larga en un incremento sustancial de los beneficios o, en su caso, en una reducción de las pérdidas, siempre y cuando vayan acompañados por un buen sistema de gestión del dinero.


Reglas fundamentales de todo sistema de trading
 
En lo que al fondo de los sistemas de trading se refiere, no hay que intentar ser demasiado sofisticado, puesto que la inversión bursátil en sí no es compleja; en cualquier momento que nos enfrentemos al mercado las situaciones que se pueden dar son las siguientes:

a) En cuanto a la evolución futura de los precios, puede ocurrir:
1. Que suban.
2. Que bajen.
3. Que se muevan lateralmente.


b) En cuanto a la posición del inversor, puede suceder que esté:
1. En posición compradora: es decir, que esté fuera del mercado y quiera comprar.
2. En posición vendedora: es decir, que esté dentro del mercado y quiera vender.


Ante estas situaciones, que pueden combinarse entre sí, no hay que intentar inventar nada nuevo; simplemente hay que utilizar sistemas de inversión (como el análisis técnico) que han resistido al paso del tiempo y que se han basado siempre en tres reglas básicas:
 
a) Operar siempre con la tendencia.
b) Cortar las pérdidas rápidamente.
c) Dejar correr los beneficios.


A) Operar con la tendencia.

La primera cuestión que debemos resolver cuando vamos a tomar una decisión de inversión es determinar si el mercado o valor analizados están inmersos o no en una tendencia concreta. Para ello podemos utilizar tanto el análisis gráfico, trazando líneas directrices, como el análisis técnico, utilizando, por ejemplo, las medias móviles u otros indicadores seguidores de tendencia. Lo aconsejable es utilizar una combinación de ambos estos métodos y, si es posible, varios de ellos. Al final, cada inversor utilizará aquel conjunto de reglas o técnicas con las que se sienta más seguro o más cómodo, siempre que le hayan demostrado que son lo suficientemente fiables a la hora de establecer la tendencia concreta que sigue el mercado.

B) Cortar rápidamente las pérdidas.

Lógicamente, si de cortar las pérdidas se trata es porque anteriormente hemos entrado en el mercado y nos hemos colocado en posición vendedora. Posiblemente nos ha fallado la primera regla básica: no hemos sabido distinguir la tendencia del mercado y hemos terminado operando en su contra, motivo por el cual aparecen las primeras pérdidas. Lo importante en estos casos es tener definido un conjunto de reglas (el análisis técnico, por ejemplo) que nos indique cuándo debemos abandonar el mercado a pesar de que hayamos incurrido en pérdidas. Es decir, se trata de definir unas condiciones que, si se cumplen, indican que una entrada no ha funcionando correctamente, porque nos basamos en una señal errónea, y que, consecuentemente, tenemos que aplicar el principio de cortar las pérdidas rápidamente y abandonar el valor o mercado.

C) Dejar correr los beneficios.

Este principio, junto al anterior, inspira las reglas que debemos establecer en lo que a la salida de las operaciones se refiere. Una vez hemos entrado en un valor y estamos ya en posición vendedora, debemos diseñar unas reglas de salida tales que no nos obliguen a abandonar un valor antes de tiempo, privándonos de beneficios que se obtendrían simplemente siguiendo la tendencia. Se trata de encontrar señales gráficas o de indicadores técnicos que nos alerten del fin de la tendencia vigente en el mercado, evitándose señales falsas que nos hagan salir del valor antes del cambio.

Partes integrantes de un sistema de trading.

Usando estas reglas o principios básicos podemos tener una idea de cuáles son las partes que componen un sistema de trading y para qué se utiliza cada una de ellas. Así, un sistema de trading se compone de tres subsistemas independientes entre sí y que hay que desarrollar de forma separada:

1. El primer subsistema lo podemos llamar identificador de tendencia y debe indicarnos cuándo un mercado o valor debe ser tenido en cuenta para posicionarnos en él.

2. El segundo subsistema, que llamaremos de entrada, es el más complejo y está compuesto por el conjunto señales que nos indican el momento justo en que podemos entrar en un valor o mercado.

3. El tercer subsistema es el de salida y es la parte más importante dentro del sistema global de trading, ya que determina cuál va a ser el beneficio que se obtiene gracias a la operación realizada.
 




EL SUBSISTEMA DE IDENTIFICACIÓN DE LA TENDENCIA
 
La palabra tendencia debe estar siempre referida a un plazo de tiempo determinado (corto, medio o largo plazo). Las técnicas del análisis técnico son especialmente fructíferas en el medio plazo, por lo que las tendencias que debemos identificar son aquéllas que se prolongan en el tiempo un mínimo de dos meses y un máximo de un año.

En este primer estadio de nuestro sistema de trading estamos buscando la tendencia simplemente para averiguar cuál es la dirección que está siguiendo el mercado, pero no hemos hablado todavía de si es o no el momento adecuado para entrar o salir. Sólo después de haber establecido la dirección del mercado (alcista, bajista u horizontal) en el plazo que analicemos (corto, medio o largo) y dependiendo de si nuestra posición es compradora o vendedora, será cuando trabajaremos en el timing o subsistema para determinar el momento justo de entrada o salida del valor.

Si se duda sobre qué sistema seguir, se puede empezar por utilizar uno de los indicadores técnicos más simples y que permite establecer la dirección del mercado de una forma más sencilla: la media móvil (en cualquiera de sus distintas modalidades de cálculo, aunque personalmente yo prefiero la media exponencial). Así, si estamos fuera del mercado, podremos empezar a pensar en tomar posiciones compradoras cuando los precios estén por encima de la media y ésta tenga una dirección ascendente. Inversamente, por ejemplo si deseamos abrir una posición vendedora, se tomarán en cuenta las señales que proporcione la media cuando los precios estén por debajo de la misma y ésta tenga un sentido descendente.

Recordemos que también existe la posibilidad de utilizar dos medias móviles, una de periodo muy corto y otra de periodo algo más largo. En este caso, estableceremos que la tendencia es al alza (y, por tanto, tendremos en cuenta las señales de compra que produzca el segundo subsistema) cuando la media corta se sitúe por encima de la larga. De forma inversa, estableceremos la tendencia a la baja (y, por tanto, haremos exclusivamente caso de las señales de venta que produzca el tercer subsistema) cuando la media corta esté por debajo de la larga. Este método falla en el momento de determinar los periodos en los que el mercado puede tener movimientos laterales, que son quizá los periodos más difíciles de determinar y en los que peor suelen funcionar los sistemas de trading.

Otra posibilidad para determinar la tendencia es, como ya sabrán, emplear tres medias. Siguiendo la serie de Fibonacci, podemos seleccionar como periodos de dichas medias por ejemplo 3, 8 y 21 periodos. De hecho, la selección de los periodos de las medias en base a la serie de Fibonacci es una muy buena técnica, casi mejor que optimizar los periodos, por cuanto dicha serie ofrece unas separaciones entre los periodos de las medias bastante aceptables.

Por supuesto, podemos utilizar también para identificar la tendencia del mercado otros sistemas basados en indicadores técnicos que se adecuen a nuestro hábito de inversor, como por ejemplo las Bandas de Bollinger, el sistema parabólico SAR o las líneas de tendencia y canales.

Si un inversor diversifica e invierte en varios mercados y valores, puede tener desarrollados métodos identificadores de la tendencia específicos para cada mercado o valor, basados incluso en indicadores diferentes, pero en principio es preferible apostar por la simplicidad operativa y utilizar siempre que sea posible el mismo sistema, pues, normalmente, un sistema que identifica la dirección de las cotizaciones en un determinado mercado debería funcionar igual de bien en cualquier otro, ajustando, como mucho, los valores de los parámetros que se utilicen. Como regla, desconfiaremos de aquellos sistemas que sólo funcionen en un único caso y bajo condiciones muy específicas. En cualquier caso, la solución definitiva no existe y cada inversor deberá encontrar la combinación con la que se encuentre más a gusto, ya que lo que puede ser válido para uno no tiene por que ser válido para otro por muchos motivos, como, por ejemplo, el plazo de inversión escogido, el rendimiento esperado, el riesgo asumido, la fiscalidad deseada, etc.

EL SUBSISTEMA DE ENTRADA


Este subsistema es el corazón del sistema de trading y consiste en establecer un conjunto de señales que nos indiquen cuándo debemos entrar en el mercado comprando (o vendiendo, si operamos a la baja). Muchos inversores no son conscientes de la dificultad que entraña la construcción de este subsistema y simplemente utilizan un único indicador que lo resuelva todo y que funcione en todas las circunstancias (la identificación de la tendencia, la entrada y la salida), como si de una bola de cristal se tratara. Estos inversores piensan que ese único indicador va a servir para determinar cuándo el mercado está en tendencia, para señalar el momento de entrada y para dar la señal de salida, tratándose de un grave error, ya que si bien en algún momento cualquier indicador puede comportarse de esa manera, en cuanto cambien las condiciones en las que se está desarrollando el mercado, el indicador fallará.

Una vez más, la selección de las reglas que van a proporcionar la señal definitiva de entrada en el mercado dependerá de las preferencias de cada inversor. Se pueden utilizar los cortes del Estocástico con su línea de señal, las señales del RSI atravesando las zonas de sobrecompra o sobreventa, las señales del MACD, las rupturas de líneas de tendencia, el cruce de los precios con las medias móviles o de éstas entre sí, las Bandas de Bollinger y otros muchos posibles indicadores, y ello bien de forma individual o de forma conjunta, escalonando en cierto modo las entradas.

Igualmente, se pueden establecer diferentes indicadores para los distintos plazos que pueden presentar las tendencias, entendiendo que los primeros en actuar serán los indicadores del corto plazo, posteriormente los de medio plazo y, finalmente, los del largo plazo. El objetivo será operar coordinadamente con las tres tendencias que coexistirán en cada momento en el mercado.

Una vez que el sistema nos haya dado una señal de entrada y hayamos tomado posiciones, pueden darse dos situaciones:


a) Que la entrada haya sido correcta: en cuyo caso, como ya sabemos, la operatoria será dejar correr los beneficios hasta que surja la señal de salida otorgada por el tercer subsistema.


b) Que la entrada haya sido errónea: en este caso aparecerán las pérdidas y, para protegernos de ellas, necesitamos utilizar un sistema de stop loss (stop de pérdidas).


EL SUBSISTEMA DE SALIDA O DE REALIZACIÓN DE BENEFICIOS

El subsistema de salida es la parte más crítica de todo el sistema de trading. Si tenemos un buen subsistema de identificación de tendencias y un buen subsistema de entrada en el mercado y, asimismo, utilizamos correctamente los stop loss y las reglas de gestión del riesgo operativo o gestión del dinero (que veremos más adelante), pero nos falla sistema de salida, puede que no incurramos en pérdidas, pero tampoco obtendremos beneficios, con el riesgo de que si en un momento dado nos falla cualquiera de los otros subsistemas obtendremos pérdidas seguro. El correcto diseño del subsistema de salida determinará que nuestro sistema global de trading sea o no ganador.

El cumplimento disciplinado de las reglas que conforman el subsistema de salida (o de realización de beneficios) es la parte más dura del trabajo, pues cada día que estamos en el mercado se nos plantea un gran dilema: mantener la inversión un día más o realizar los beneficios o pérdidas que llevemos acumulados. La cuestión es cuánto beneficio del que hasta ahora hemos conseguido es posible arriesgar frente al que todavía podemos realizar. Antes de nada creemos necesario volver a recordar el tercer gran principio de todo sistema de trading: dejar correr los beneficios. Mientras el mercado esté en la dirección de la operación de entrada debemos continuar en él, pero si la tendencia empieza a cambiar debemos estar preparados para abandonar lo más rápidamente posible nuestra posición no sólo cuidándonos de que no aparezcan las pérdidas, sino también protegiendo los posibles beneficios obtenidos.

Una vez más se nos presentan varias posibilidades para construir las reglas de actuación de nuestro subsistema de salida y la primera de ellas pasa por incorporar de nuevo todas las herramientas del análisis técnico y gráfico que conozcamos, siendo el inversor el que deberá al final escoger las que mejores resultados le den y que más sencillo le resulten utilizar.

Pero, sea cual sea el criterio que finalmente adoptemos, uno de los aspectos que siempre tendremos que considerar será el nivel de beneficios aceptable por
operación que hay que mantener, el cual será directamente proporcional a la cantidad que arriesguemos. Los buenos operadores obtienen en cada operación un ratio de beneficios medios / pérdidas medias de aproximadamente 2’5 (en este ratio se incorporan los gastos de la operación). Este ratio puede variar en función del plazo en que se opere, siendo normal que descienda en las inversiones a muy corto plazo y que aumente hasta 4 en las de más largo plazo.

El sistema de salida puede llevar implícito también el recálculo de stops (stop loss dinámicos) que, en este caso, van encaminados no a la detención de las pérdidas, sino a la protección de los beneficios.

Una prueba para determinar si un sistema de salidas que se está utilizando es o no bueno consiste en generar aproximadamente unas 30 entradas de forma aleatoria (sin importar la dirección del mercado) y aplicarles directamente las condiciones de salida que hayamos fijado. Si los resultados no están en torno al punto muerto (es decir, al nivel a partir del cual ni se pierde ni se gana una vez descontados los costes operativos) será necesario revisar ese sistema de salida.

LOS STOP LOSS O STOP DE PÉRDIDAS

Las órdenes “on stop”, como ya sabran seguramente, consisten en dar a nuestro broker una orden condicionada, que se introduce al momento en el sistema informático de mercado de que se trate y que se almacena por si se cumple la condición impuesta. Asimismo, dado que algunos mercados de acciones no admiten ordenes on stop, tambien hablamos de la fijación de stops de pérdidas cuando se trata de stops "mentales", a realizar sobre el papel o la hoja de cálculo de nuestra cartera. Por ejemplo, diríamos “compro a 100 y (condición) si baja un 5% (a 95) es que me he equivocado y tengo que vender”. Si efectivamente baja el precio llamamos a nuestro broker y le damos la orden de venta antes de que baje más.

La utilidad de los stop loss consiste logicamente en limitar las pérdidas mientras se dejan correr los beneficios. Por ejemplo, si creo que el mercado va a subir (identificación de una tendencia alcista) puedo decidir comprar a 2400 (entrada), pero, por si acaso he identificado mal la tendencia y me he equivocado, fijo mentalmente un stop de venta a 2375 (25 puntos de pérdida). Si el mercado sigue subiendo no hay problema, pero si, por el contrario, empieza a caer, cancelaría mi posición cuando llegara a 2375, asumiendo una pérdida de 25 puntos.

Los stop loss o stops de perdidas se pueden colocar más o menos cercanos al precio de entrada en el valor. El stop ideal sería aquél que nos mantuviera en la posición con un riesgo asumible y que no se activara con las correcciones fortuitas y aleatorias de los mercados. Realmente es difícil encontrar los puntos de stop que cumplan con estas posiciones excluyentes.

Si los stops están muy ceñidos la ventaja es obvia: las perdidas de cada operación serán menores. Sin embargo este procedimiento acabará debilitando financieramente la cuenta y psicológicamente al inversor, ya que no hay nada más frustrante que, por señales erráticas, haber cerrado una serie consecutiva de posiciones que, si se hubieran mantenido sin el stop, hubieran proporcionado buenos beneficios. Por su parte, los stops alejados suelen proporcionar mayores rendimientos que los ceñidos, pues no dan la señal de salida tan pronto, pero ello a costa de tener que soportar unas pérdidas mayores en el caso de que nos equivoquemos en la entrada.

El stop loss también puede ser dinámico, en cuyo caso su finalidad consiste en proteger los beneficios acumulados, más que en evitar las pérdidas. Veamos como funcionan con dos variantes:

a) En términos absolutos: Compramos un futuro a 2400 y tomamos la decisión de que sólo estamos dispuestos a perder, como máximo, 25 puntos, por lo que fijamos nuestro stop de pérdidas en 2375. Si la cotización del valor bajase hasta los 2375 puntos, lo venderíamos inmediatamente y asumiríamos las pérdidas, protegiéndonos de otras mayores. Ahora bien, si el futuro sube, por ejemplo, hasta 2450, la técnica a seguir es subir simultáneamente nuestro stop loss hasta 2440, con lo que asumimos el beneficio conseguido y sólo admitimos una minoración en el mismo de 10 ticks. Pensemos que vuelve a subir el valor hasta alcanzar los 2480 euros; en tal caso, nosotros subiríamos nuevamente el stop hasta 2470. Si después de las anteriores alzas el mercado se vuelve y lleva al valor hasta la zona de los 2350, con un stop loss estático habríamos vendido a 2375 euros, obteniendo sólo una pérdida de 25 puntos, pero con el stop loss dinámico habríamos vendido a 2470, con lo que no sólo evitaríamos cualquier pérdida, sino que, además, habríamos protegido los beneficios, obteniendo una ganancia de 70 puntos.

b) En términos relativos: Esta variante consiste en establecer siempre el mismo stop de pérdidas en términos porcentuales. Por ejemplo, compramos un futuro a 2400 y nos marcamos como stop loss un 1% (hasta los 2376 puntos). Si el futuro sube a 2450 nuestro límite de pérdidas es el 1% de dicha cantidad (25 puntos), por lo que el stop queda establecido no en 2440, sino en 2425. Si el valor vuelve a subir hasta 2480 marcamos como stop loss 2480 - 1%*2480 = 2455 (en lugar de 2470 que obteníamos con la primera variante). Como vemos, esta variante permite que pueda haber una consolidación un poco más amplia de los precios, evitando las señales falsas en caso de que se produzcan, pero a cambio de perder puntos de rentabilidad en caso de que se confirmen. La diferencia es que aquí conforme va subiendo el valor el colchón de retroceso se va haciendo más grande en términos absolutos, pero idéntico en términos porcentuales, mientras que con la primera variante el colchón de retroceso es siempre igual en términos absolutos, pero se va haciendo progresivamente más pequeño en términos porcentuales conforme suben los precios.

Citar por último que también podemos usar algunos indicadores técnicos como subsistemas generadores de stops loss dinámicos; así, por ejemplo, se suelen usar en este sentido las medias móviles como soportes de los precios ascendentes, las Bandas de Bollinger o el sistema parabólico SAR. En cualquier caso, más importante que el método elegido para fijar los stops de perdidas, es ser consecuente y disciplinado con el mismo, es decir, ejecutar realmente la orden de venta cuando el stop sea alcanzado.

¿CÓMO SE PRUEBA UN SISTEMA DE TRADING?

Un sistema nunca está terminado y siempre hay que ir comprobando su evolución y su comportamiento ante los diferentes escenarios de mercado que pueden producirse. En los siguientes puntos veremos cómo se pone a prueba un sistema y qué parámetros hay que tener en cuenta antes de llevarlo a la práctica con dinero real.

La posibilidad que ofrecen los ordenadores y los programas de software disponibles facilitan que cualquier idea o sistema pueda ser probado sin necesidad de arriesgar ni un euro. Ahora bien, los resultados que se obtienen sólo garantizan o prueban la bondad del sistema hasta el momento presente, puesto que no es posible garantizar la eficacia del mismo a partir de su utilización en el mercado real. A pesar de esto, un sistema que ha mostrado su validez y solidez en diversas coyunturas de mercado ofrecerá resultados positivos al inversor.

Normalmente no se dispondrá de un único método, sino que se trabajará con varios alternativos, muchas veces simultáneamente, utilizando en cada caso el que mejor comportamiento está demostrando de acuerdo con la actual situación.

Con el test del sistema podemos determinar los plazos en los que es efectivo, qué indicadores interaccionan y funcionan mejor con el mismo, la interacción de las diferentes variables en el riesgo-beneficio, efectuar análisis de sensibilidad de las variables.

Para ello, el sistema debe estar diseñado y creado desde un principio para aportar una información homogénea en varios de sus aspectos, para poder ser evaluada y comparada y en base a ella determinar la utilidad del mismo. La información debe ser, como mínimo, la siguiente:

a) El periodo utilizado. Normalmente en años, siendo deseable que sea el máximo posible (un mínimo de cinco años, cuando se trabaja en base diaria) y a ser posible con diferentes situaciones de mercado, como, por ejemplo, alzas, bajas y movimientos laterales. Cuando se tiene una buena base de datos de más de 5 años, lo mejor es empezar probando el sistema en un periodo intermedio. Una vez se tienen los resultados deseados, probar sin variación de los parámetros el mismo periodo de tiempo con datos anteriores y con datos posteriores. Si se mantienen la línea de resultados, el sistema empezará a dar muestras de su validez. También debería efectuarse la prueba con el mismo periodo de datos arrancando en tantas fechas distintas como sea posible, para analizar la consistencia que no dependa de unas condiciones iniciales determinadas. Por último, conviene realizar la prueba completa con el total del periodo de datos. Si se mantienen los resultados sin excesivas variaciones, el sistema tiene muchas garantías de seguir funcionando en el futuro.

b) El beneficio neto. Es el resultado total del periodo una vez descontados los costes de transacción o comisiones, teniendo en cuenta que probablemente entraremos a precios superiores en las compras e inferiores en las ventas que los que se puedan determinar. Esto puede ponderarse utilizando como precio al que se realizan las operaciones el de apertura del día siguiente a que nos proporcionan la señal.

c) El número de operaciones analizado. Es importante que un sistema genere para el periodo analizado las suficientes operaciones para validar su eficacia. Como mínimo deberemos tener para el periodo analizado unas cien operaciones, correctas o erróneas, pero debe mantenerse en esta proporción. Un sistema que genere poca operativa, aunque arroje un buen resultado, será poco fiable.

d) La operación con mayor beneficio y la operación con mayor pérdida. Es importante que la operación con mayor beneficio no sea un porcentaje elevado del beneficio total obtenido por el sistema, porque la situación puede no volver a repetirse. También es interesante analizar la operación con mayor pérdida para controlar que no exceda el total de riesgo que podemos asumir. Tampoco hay que ajustar las reglas del sistema para que eviten esta máxima pérdida, ya que su aparición puede venir provocada en el futuro por otras condiciones no previstas. Es preferible que sea el sistema de stops el que consiga evitar su aparición.

e) El máximo número de operaciones consecutivas con pérdidas y con beneficios. Es muy útil, sobre todo para intentar determinar si podremos soportar la presión de estar perdiendo de forma consecutiva un número grande de veces y seguir sin desconfiar del sistema manteniendo su disciplina. Este dato puede incrementarse en el futuro. No es definitivo, pero puede aproximarse bastante. También puede ser útil para evaluar el capital necesario para afrontar con garantías el sistema.

f) El máximo recorrido adverso medio por operación y el mayor. Habrá que tener un estómago muy fuerte para confiar en un sistema que durante cinco años haya obtenido un rendimiento anual del 100%, pero que en medio hayamos tenido, con una posición en cartera, pérdidas no realizadas del 50% de la posición. Esto es lo que se intenta analizar con este parámetro, muy importante, ya que ataca directamente a la disciplina psicológica del inversor.

g) El porcentaje de operaciones ganadoras. Es difícil encontrar sistemas seguidores de tendencia con un porcentaje de operaciones ganadoras superior al 55%. Muchas veces podemos considerarnos satisfechos de tener un porcentaje entre el 35% y el 45%. Hay que ser especialmente cuidadosos con el efecto que tienen los stops sobre este porcentaje. Hay que desconfiar sistemáticamente de los sistemas con elevados porcentajes de aciertos.

h) El ratio beneficio medio / pérdida media. Este ratio deberá ser siempre superior a 1, especialmente si nuestro porcentaje de aciertos es bajo. Si obtenemos uno entre el 2’5 y el 3’5 con niveles de acierto en torno al 40% habremos desarrollado un buen sistema.

i) La volatilidad y la probabilidad de ruina. La volatilidad, calculada como desviación típica de los resultados obtenidos en todas las operaciones, debe ser lo mas baja posible. La probabilidad de ruina es una fórmula que nos permite calcular (teniendo en cuenta el capital inicial, el ratio de beneficio medio / pérdida media y el porcentaje de acierto) la probabilidad que tiene el sistema de autodestruirse, es decir, de que se conjuguen los peores resultados y se acabe perdiendo el capital invertido a pesar de haber encontrado un sistema rentable en el tiempo

EL MONEY MANAGEMENT O CONTROL DEL RIESGO OPERATIVO.

El concepto de gestión del dinero, money management o control del riesgo operativo trata de responder a preguntas tales como éstas: ¿Cuáles son las condiciones óptimas para iniciar una transacción? ¿Qué porcentaje del capital se debe arriesgar en cada apuesta individual? ¿Qué se debe hacer con una posición abierta que comienza a experimentar pérdidas? ¿Hasta cuándo se debe mantener una posición que lleva acumulando un gran beneficio? ¿Se deben comprar o vender todos los contratos de una sola vez o es mejor hacerlo poco a poco?¿Es mejor después de una gran pérdida aumentar el tamaño de la siguiente apuesta o bien reducirla al mínimo? ¿Y después de haber obtenido un gran beneficio? ¿Cuánto dinero debe dedicarse a la inversión en los mercados de opciones y de futuros?.

Ante todo, debemos entender que la gestión del riesgo operativo es el elemento clave para asegurar que las probabilidades de supervivencia en los mercados son máximas y que, por tanto, la habilidad del inversor o el acierto de su sistema de inversión tendrán la oportunidad de prevalecer en el largo plazo. Descuidar las reglas básicas de la gestión del dinero significa, invariablemente, poner en peligro el capital de inversión. ¿Por qué? Muy sencillo: porque los mercados experimentan continuamente vaivenes y, de vez en cuando, bruscos y repentinos movimientos en una u otra dirección capaces de ocasionar enormes pérdidas a los inversores que estén posicionados en el lado contrario y que no han tomado las precauciones necesarias. Puesto que tales movimientos bruscos no son una rareza en los mercados, sino inherentes a su propia naturaleza, sus consecuencias no pueden, en ningún caso, ser atribuidas a la mala suerte, sino solamente a la falta de previsión y preparación. Precisamente, lo que la buena gestión del dinero persigue es evitar, mediante el seguimiento de unas pocas y sencillas reglas, que un error de juicio o un movimiento adverso particularmente violento del mercado deje al inversor fuera de juego. Incluso en los juegos de puro azar, como la ruleta, la gestión del dinero es útil, ya que es difícil discutir, por ejemplo, que la división del capital disponible en varias porciones, cada una de las cuales se arriesga en una transacción, aumenta sensiblemente las posibilidades de seguir jugando, y de poder acertar alguna vez, con respecto a la estrategia de apostarlo todo a una sola transacción.

La gestión del dinero es, por así decirlo, la “logística” del juego. Aunque, por sí sola, la logística no puede ganar una guerra, también es cierto que sin una adecuada logística incluso un ejército formidable puede acabar sucumbiendo ante el enemigo si las circunstancias le son adversas. Es evidente que lo primero que necesita el inversor es tener las máximas probabilidades de éxito a su favor (es decir, tener un buen “sistema de trading”). Si el inversor tiene un buen sistema de inversión que le permite acertar más veces de las que se equivoca, la buena gestión del dinero le permitirá acumular ganancias de una forma regular y segura, evitando que un movimiento adverso del mercado particularmente violento pueda dejarle en fuera de juego. Es más, si el inversor tiene un mal sistema de trading que hace que sus errores sean mucho más frecuentes que sus aciertos, la buena gestión del dinero le permitirá perder su capital de una forma más lenta, aunque al final acabe perdiendo su capital de todos modos. Por último, si el inversor tiene un sistema de trading que le permite acertar aproximadamente en la misma medida que se equivoca, la buena gestión del dinero puede conseguir que la cuantía del beneficio que obtiene cuando gana sea mayor que lo que pierde cuando se equivoca, de forma que el saldo final sea positivo para él.

A continuación vamos a ver cuáles son las reglas básicas del money management que todo inversor prudente debería seguir para asegurarse el éxito:

1. Planificar de antemano las estrategias, especialmente en lo referente a lo que hará si el mercado comienza a moverse desfavorablemente frente a las posiciones mantenidas.

El primer paso que todo inversor debe llevar a cabo antes de arriesgar una sola peseta es decidir en qué momento liquidará su posición si el mercado se mueve de forma desfavorable para él. En realidad, lo mejor que puede hacer el inversor es decidir completamente y de antemano qué es lo que va a hacer y por qué, pues sólo así podrá evitar la desconfianza hacia sus propias decisiones y la tentación de cambiar de estrategia a cada minuto. No tiene sentido llegar y apostar sin más a que el mercado va a subir o a va a bajar, pues hacer esto es como jugar a la lotería y las probabilidades de acabar ganando son casi las mismas que cuando se apuesta en dicho juego.
Resulta muy humano concentrarse en los aspectos positivos de las apuestas e ignorar los riesgos que se corren. Muchos inversores calculan de antemano cuánto van a ganar con sus transacciones, e incluso llegan a gastarse, mentalmente o en la realidad, el dinero que piensan que van a ganar. Pero no olvidemos que éste es un juego de probabilidades y no hay certezas. Desde luego que se puede ganar mucho dinero, pero para ello es necesario no sólo diseñar estrategias que permitan batir al mercado, sino también concebir defensas que permitan salir con vida cuando las previsiones resultan equivocadas. Por ello hace falta pensar de antemano lo que se va a hacer y qué se hará si las cosas salen mal.


2. Limitar la especulación al “capital máximo” que se está dispuesto a perder.

Ésta es una regla elemental y que no debería precisar mayor extensión, pero, por desgracia, son demasiadas las personas que creen que los mercados son una especie de salvavidas a donde pueden recurrir para obtener el dinero que necesitan para hacer frente a alguna contingencia insoslayable. Es obvio que esas personas arriesgan un dinero que no pueden permitirse perder y con frecuencia el mercado no les acompaña. Por alguna circunstancia del mercado difícil de explicar, los inversores raramente ganan cuando tienen necesidad de ganar. Aquellos inversores que inician una operación bajo presión de necesitar desesperadamente ganar, casi siempre pierden. Tal vez sea que en esas circunstancias los inversores tienden a apalancar en exceso sus posiciones, resultando por ello demasiado vulnerables al más pequeño movimiento adverso del mercado o tal vez se deba a que toman sus decisiones de forma improvisada y sin planificación o puede que las personas en esas circunstancias carezcan de la necesaria claridad de ideas y serenidad de ánimo, pero lo cierto es que cuando un inversor arriesga un capital que no puede permitirse perder, todas las cualidades emocionales que conducen a un inversor al desastre tienden a magnificarse. Todo el mundo puede invertir en bolsa, pero con tal de que se asegure que arriesga sólo un capital cuya pérdida no le arrastrará a una situación desesperada.

3. Arriesgar un tanto por ciento máximo del “capital disponible en cada transacción individual”.

Una vez más, todo en la bolsa conduce a la teoría de la probabilidad. Las leyes de la probabilidad dicen que si uno tiene un buen sistema de trading que le permite escoger las estrategias más adecuadas en cada momento y se preserva del riesgo observando las reglas básicas del money management acabará acumulando un capital impresionante. ¿Por qué acaba ganando la banca en el juego de la ruleta? Porque tiene un buen sistema de trading, ya que la existencia del cero pone las probabilidades a su favor. ¿Abrumadoramente? No, tan sólo un poco más del 2’7%, pero a largo plazo esto es suficiente para ganar muchísimo dinero, siempre que se sigan las reglas básicas de la gestión del dinero. ¿De qué modo utiliza el casino esas reglas para asegurarse de que su sistema funcionará pese a los caprichos del azar? Prohibiendo que, como norma general, un jugador pueda superar un determinado límite de apuestas. Esta es la forma en que se protege contra la "mala suerte". Recordemos que las probabilidades hacen que si el “sistema de juego” es favorable a un jugador, éste acabe acumulando un gran capital a largo plazo (es decir, cuando han transcurrido un mínimo de 30 jugadas), pero si el jugador no pone algún medio para evitarlo puede que nunca llegue a esas realizar esas 30 jugadas, porque se ha arruinado antes.
Veamos un ejemplo: Tres amigos acuden a un casino, cada uno de ellos con 1000 euros para poder invertir en diez ruletas distintas. A los tres amigos se les ofrece, antes de entrar, una información confidencial que solo ellos saben entre todos los clientes del casino, y es que las ruletas están cargadas, de manera que la probabilidad de que salga rojo es del 60% y la de que salga negro es del 40% (olvidémonos del cero o bien asignémosle una probabilidad repartida con el negro). Tienen toda la noche para aprovechar esta información.

Los tres amigos entran y cada uno se posiciona en una mesa de ruleta distinta. La apuesta mínima es de 10 euros y la máxima de 1000. Todos tienen un buen sistema de trading (apostar al rojo) pero cada uno tendrá que establecer una estrategia para hacerlo. Lo curioso es que los tres amigos, a pesar de tener el mismo capital y la misma información, seguramente saldrán del casino con cantidades distintas, incluso, puede que alguno de ellos salga de allí sin un solo euro.

Uno de los amigos decide jugarse 800 euros al rojo en una sola ruleta; si a este hombre le saliesen dos negros seguidos (cosa totalmente posible) quedaría totalmente fuera del juego. El segundo apuesta la mitad del capital disponible al rojo en una ruleta y el resto en otra; este sujeto, aunque en menor medida que el anterior, también está fuertemente sujeto a los avatares de la fortuna, pues con algunos reveses seguidos (que también son posibles) quedaría fuera del juego sin haber ganado nada. El tercero realiza pequeñas apuestas de 10$ simultáneamente en cada una de las diez ruletas disponibles.

Con este sistema puede realizar cientos de operaciones a lo largo de la noche y es lógico que la ley de los grandes números le haga aproximarse al beneficio teórico, acabando por ganar el 60% de las veces pequeñas cantidades. Se puede decir que esta persona, además de tener un buen sistema de trading, sabe gestionar el dinero.

Como vemos, con un buen sistema de trading podemos aspirar a ser ganadores un 60% de las veces, pero sin un óptimo esquema de gestión del dinero estamos perdidos. En los mercados ocurre exactamente igual: por bueno que sea el sistema de inversión que un inversor posea (como, por ejemplo, el dominio del análisis técnico), nunca le garantizará que éste vaya a ganar en cada una de las operaciones que inicia. Como máximo, el sistema de trading será capaz de poner las probabilidades a su favor y esto será más que suficiente para hacerle inmensamente rico, siempre y cuando se proteja contra el riesgo de perderlo todo en una sola o pocas jugadas.

El inversor debe, por tanto, determinar la fracción del capital total de que dispone que arriesgará en cada operación. ¿Qué fracción es la correcta? Una elección obvia podría ser arriesgar una cantidad fija de euros en cada inversión o bien un número fijo de títulos o contratos. Se suele también decir, como regla práctica, que no debe apostarse más del 10% del capital en cada jugada de inversión.

4. Hacer una apuesta solamente cuando el potencial de beneficio sea grande y el riesgo pequeño.

Deben buscarse aquellas operaciones que tienen un gran potencial de beneficios y un riesgo relativamente pequeño en comparación. Pero ¿cómo puede conocerse de antemano cuál es el riesgo de una operación? Por lo general, el inversor asume el riesgo que desea asumir, pues en su mano está liquidar la operación en cualquier momento. El problema es que, dado el componente errático de los movimientos del mercado, una salida excesivamente rápida de una posición puede resultar un error si la causa resulta ser una oscilación menor dentro de una tendencia mayor que el inversor había pronosticado correctamente. De lo que se trata, por tanto, es de buscar operaciones que, movimiento relativamente pequeño del mercado en el sentido contrario al que se prevé para que pueda llegarse "razonablemente" a la conclusión de que uno estaba equivocado. A esto se le llama elegir operaciones con poco riesgo.


5. Graduar el tamaño de las apuestas en función de las probabilidades de éxito percibidas, asegurando que el beneficio medio sea grande y la pérdida media pequeña.

Como vimos antes, incluso un inversor que siga un sistema de inversión que le permita acertar aproximadamente en la misma proporción en que se equivoca tiene una oportunidad de salir bien parado si consigue que el beneficio de las jugadas ganadoras sea mayor que la pérdida de sus jugadas perdedoras. Pero ¿cómo se puede conseguir eso? Básicamente graduando el tamaño de las apuestas en función del grado de confianza que le merezca cada operación que se inicia. Un inversor que siempre arriesga la misma cantidad de dinero en cada operación es como un jugador de póker que siempre apuesta lo mismo cualquiera que sean las cartas que tenga. Hay que tener flexibilidad para variar el tamaño de la posición que se tiene en el mercado según cuáles sean las circunstancias del mismo. Se trata de una cualidad decisiva para el éxito de un inversor, pues sirve no sólo para reducir el riesgo durante los períodos perdedores, sino también para aumentar los beneficios en los períodos ganadores.

Si bien, como hemos dicho en el punto tercero, uno de los elementos más importantes del control del riesgo operativo es limitar el tamaño de cada una de las operaciones particulares que se inician hasta unos niveles lo suficientemente pequeños en relación con el capital disponible, hay ocasiones en que, cuando se percibe la posibilidad de que una operación es una gran oportunidad, puede resultar conveniente apretar un poco el acelerador e incrementar el tamaño de la apuesta. Si, una vez tomada la posición, ésta resulta parecer poco propicia, el inversor puede liquidarla y aceptar una pequeña pérdida, pero si las probabilidades parecen estar fuertemente a su favor, el inversor puede mostrarse algo más agresivo e incrementar su grado de apalancamiento. Ciertamente, la habilidad de detectar estas oportunidades no se desarrolla de forma instantánea, pero es una de las cualidades que diferencia a un buen inversor de un inversor excepcional.

6. Mantener una posición cuando el mercado se mueve a su favor y liquidarla pronto cuando la evolución desfavorable del mercado la hace incurrir en pérdidas.

El inversor debe concentrarse en maximizar sus “ganancias”, no el “número de sus operaciones ganadoras”. Si el inversor se apresura demasiado en liquidar sus posiciones cada vez que estas acumulan un pequeño beneficio, tendrá una gran probabilidad de obtener muchas operaciones con ganancias, pero la suma total de éstas será pequeña. Algunos inversores han estimado que hasta un 90% de los beneficios que obtienen en el mercado provienen sólo de un 5% de sus operaciones.

Como decimos, lo importante es maximizar las ganancias y eso se consigue a través de dos vías:


a) Aumentando el tamaño de la apuesta cuando se percibe que las probabilidades del juego son favorables.

b) Manteniendo dicha apuesta el tiempo suficiente para aprovechar todo su potencial.

En el mismo sentido, puede traerse a colación ahora un clásico aforismo de los mercados bursátiles, según el cual en el mercado hay dos formas de arruinarse: sufriendo grandes pérdidas y tomando sólo pequeños beneficios.

El inversor no necesita tener razón todo el tiempo y, de hecho, no siempre la va a tener cuando tome sus decisiones, pero debe ser capaz de sacar ventaja cuando efectivamente tenga razón. Si no tenemos la paciencia de mantener una buena posición hasta haber obtenido la mayor parte de potencial de beneficios de la tendencia no podrá después hacer frente a las pérdidas resultantes de las malas posiciones.

Por otra parte, resulta vital limitar rápidamente las pérdidas de las posiciones abiertas. Existe una tendencia natural a mantener las posiciones perdedoras demasiado tiempo, con la esperanza de que las pérdidas no crezcan y el mercado se dé la vuelta. Hay inversores que desarrollan una especie de lealtad hacia las posiciones tomadas, resistiéndose a cambiar de opinión cuando el mercado les ha demostrado que se han equivocado. Esta actitud suele verse reforzada cuando el inversor se ha comprometido públicamente en su posición. Es un hecho bien comprobado en psicología que cuando una persona manifiesta en público una opinión tiende de forma inmediata a mostrarse mucho más comprometida y convencida con dicha opinión que antes de haberla exteriorizado. De alguna forma, todos necesitamos mostrarnos coherentes con nuestras propias manifestaciones frente a los demás y nos disgusta parecer inseguros o negligentes. Pero este mecanismo psicológico puede resultar nefasto para aquellos inversores que tienen predisposición a contar a los demás sus opiniones sobre lo que creen que va a hacer el mercado y después se sienten obligados a ser coherentes con la opinión expresada. En tales circunstancias un inversor puede mantener una posición perdedora mucho más allá de lo que la realidad demuestra que es razonable, tratando de racionalizar su actitud adoptando una visión sesgada de esa realidad para poder seguir defendiendo su posición públicamente manifestada.


7. No tomar una posición si no se es capaz de fijar de antemano un límite de pérdidas "lógico"

La mayoría de los inversores calculan al inicio de cada operación cuánto dinero pueden ganar, pero los inversores experimentados piensan cuánto dinero pueden perder y, en función de la respuesta, deciden si la operación merece la pena o no. El paso más importante a dar para gestionar eficientemente el dinero que se invierte radica en la determinación de la pérdida máxima que se está dispuesto a soportar en cada operación individual que se inicia. La limitación de dicha pérdida, definida por la diferencia entre el precio de compra y el precio de venta, se puede lograr mediante la utilización de órdenes "on stop". El inversor debe decidir cuánto debe moverse el precio del valor en contra de sus posiciones para que deba concluirse que está en el "lado equivocado" del mercado. Esa cuantificación puede llevarse a cabo mediante el establecimiento de un porcentaje fijo de pérdida máxima por operación o bien por cualquier otro medio que escoja el inversor, pero siempre debe realizarse antes de haber iniciado la estrategia. Resulta tentador ignorar el riesgo y concentrarse solamente en el beneficio que puede obtenerse, pero dicha forma de actuar sólo puede conducir al desastre.

8. Graduar progresivamente el número de títulos o contratos que toman o se liquidan en cada fase del mercado.

El inversor no necesita tomar o liquidar toda su posición en el mercado de una sola vez. Puede añadir valores o contratos escalonadamente a una posición en la que está ganando, especialmente si está en las fases iniciales de una tendencia alcista en el mercado; del mismo modo, el inversor puede liquidar progresivamente una posición en la que comienza a sentirse inseguro. Imaginemos, por ejemplo, que un inversor cree que, a su juicio, el índice de la bolsa, después de varios días de fuerte subida, da la impresión de poder subir a cotas aún mucho más altas. El inversor se siente tentado de tomar posiciones compradoras, pero tiene miedo de que, después de las fuertes subidas ya experimentadas, el mercado realice una corrección a la baja antes de seguir subiendo. Por otra parte, si espera a que dicha corrección se produzca para comprar, se arriesga a que, si ésta no se produce, el mercado siga subiendo y pierda definitivamente su oportunidad a pesar de haber pronosticado correctamente la tendencia. En estas circunstancias, lo adecuado sería tomar una posición pequeña. De este modo, si el mercado inicia una corrección, que está dentro de la lógica de lo anticipado por el inversor, las pérdidas de éste serán lo suficientemente pequeñas como para no sentirse impulsado a deshacer su posición como fruto del pánico. Incluso, si después de realizar la corrección, el mercado comienza a mostrar de nuevo signos de fortaleza, el inversor puede incrementar entonces el tamaño de la posición. Supongamos ahora que un inversor está jugando a la baja y tiene acumulado un buen beneficio en unas posiciones vendedoras que mantiene en un mercado que ha experimentado ya una fuerte bajada. El inversor cree que la tendencia bajista permanece intacta y aún puede dar mucho de sí, pero, por otra parte, no desea correr el riesgo de perder todo lo que lleva ganado si su criterio está equivocado. Ante esta situación puede llevar a cabo dos tipos de maniobras defensivas:

a) Situar un stop que implique liquidar toda su posición en cuanto el mercado suba más de un determinado porcentaje que él fije. Si ese stop está demasiado cercano podría suceder que su posición fuese liquidada como consecuencia de un movimiento poco significativo que no implique el fin de la tendencia bajista.

b) Liquidar sólo una parte de la posición abierta. De este modo, se asegura, cuando menos, una parte de los beneficios acumulados, manteniendo la posibilidad de aumentarlos si la tendencia continúa su marcha.


9. Reducir el tamaño de las operaciones después de una gran pérdida o después de una gran ganancia.

Después de cerrar una posición con pérdidas, un inversor puede tomar dos actitudes posibles:

a) Puede reducir al mínimo el tamaño de su posición en el mercado.

b) Puede, por el contrario, intentar resarcirse de forma inmediata tomando, por ejemplo, posiciones de signo contrario a aquellas que le produjeron la pérdida.

En general no es aconsejable intentar resarcirse de forma inmediata y sin un análisis detenido de la situación. Sólo si la decisión de cambiar una posición compradora por otra vendedora (o al contrario) nace de un análisis objetivo que hace comprender al inversor que su posición anterior estaba equivocada y que lo que creía que era un mercado alcista es en realidad un mercado bajista (o al revés) puede ser recomendable la toma inmediata de posiciones en el mercado.

La segunda parte de la recomendación contenida en esta regla de la gestión del dinero puede parecer más sorprendente, pero reducir el nivel de las apuestas después de haber obtenido un gran beneficio puede resultar crucial para el inversor. Por alguna razón, la mayor parte de los inversores suelen experimentar sus mayores pérdidas inmediatamente después de haber obtenido sus mayores beneficios. Tal vez sea que a los inversores les resulta difícil ver como dinero real las ganancias que acaban de obtener o las ganancias de las posiciones todavía no cerradas. Lo cierto es que existe alguna razón psicológica que conduce a muchos inversores a relajarse cada vez que tienen una racha ganadora, con lo cuál incurren en pérdidas. Por ello deben extremarse las precauciones después de un gran beneficio e, incluso, puede ser aconsejable reducir el tamaño de la posición en el mercado.

Un sistema clásico de reducir el nivel de apuestas tras obtener altos beneficios es la llamada “pirámide”. El sistema consiste en aumentar las inversiones a medida que se obtienen beneficios, pero en cuantías cada vez menores. Gráficamente, ofrecería el siguiente aspecto:


4ª inversión : ------------
3ª inversión: ------------------------
2ª inversión: -----------------------------------
1ª inversión: ---------------------------------------------------


Inversamente, un sistema para perder con toda certeza hasta el último céntimo en los mercados bursátiles es el conocido como “pirámide invertida”, consistente en aumentar la exposición en una inversión altamente apalancada mediante la reinversión de todos los beneficios en los mismos valores. El modelo ofrecería el siguiente aspecto:


4ª inversión: -------------------------------------------------------
3ª inversión: --------------------------------------
2ª inversión: -----------------------
1ª inversión: ---------


10. No promediar las posiciones perdedoras

Promediar una posición perdedora es comprar más barato un valor que está bajando y en el que tenemos pérdidas para hacer así que el precio de compra medio de ambas operaciones sea menor. Esta estrategia suele conducir a acumular todavía más pérdidas.

Concluimos esta serie señalando que se puede ser un buenísimo analista del mercado y un pésimo gestor del dinero, lo cual conducirá a la más absoluta de las ruinas; inversamente, se puede ser un mediocre o, incluso, un mal analista del mercado y ser capaz de gestionar bien los riesgos, sin que el capital gestionado se resienta de la nefasta predicción que se realice.
 

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